Cuando llueve se moja (como los demás)

“El patio de mi casa

es particular.

Cuando llueve se moja,

como los demás.”

 

Un día descubrió ese patio, al que se llegaba mediante un túnel subterraneo al que se accedía levantando una trampilla a la que se llegaba retirando la butaca de piel que su papá tenía en el salón, desde donde escuchaba cada noche su música favorita, recopilada en viejos vinilos de la Deutsche Gramophon.

Juan el Transgresor jugaba en ese patio exclusivo y los vecinos de los bloques le miraban, y a él se le hinchaba el pecho de pura felicidad, porque eso era lo que él quería, sobretodo ser mirado.

-Me admiran, en tanto que me miran.

Como ese patio era solo suyo hacía en él lo que le daba la santa gana y se lo pasaba muy bien. A veces hasta hacía caca y decía tacos.

Y así, un día tras otro, Juan retozaba en ese patio para intelectos avanzados. Los niños de los bloques le miraban de reojo desde su ventanita de luz amarillenta, y cuando Juan daba voces y enseñaba el pito se sentían de un modo que no sabían como sentirse, e instintivamente se agarraban con más fuerza al boli Corvina de sus deberes de Sociales.

Pero la vida siempre te fastidia un poco, y a Juan le pasó que un día descubrió que ese patio no era particular, sinó que por él campaban muchísimos más individuos, a los que reconocía como a miembros de su misma raza mental, pero de quienes intentava huír, ignorar, con una incómoda aspereza interna. Intrusos. Sombra. Otros. Gente, vaya. Sí, miró bien, y comprovó que eran y estaban, en ese patio tan suyo y particular, una auténtica legión. Se enfadó mucho e hizo un espectáculo. Pataleó por dentro y por fuera.

La situación se hacía insostenible, y cada día que pasaba eran más y más. Hasta que una mañana de cielo alegre todos los Transgresores se mirararon, del primero al último, Jose Mari Pradell, Javier Abelló, Bea, Borja Davalillo, el Chanches que se fue a Chinches, todos, y sin pensar demasiado se cogieron de la mano y formando una gran rueda que giraba ahora en sentido horario, ahora antihorario, empezaron a cantar “El corro de la patata”.

De tan mal como cantaban empezó a llover, y se refugiaron debajo de los árboles de ese jardín delicioso. Pero la lluvia les perseguía, porque brotaba de sus propios cerebros.

Calado hasta los huesos y muerto de frío retornó por el túnel secreto hasta el salón de su padre, que le esperaba.

-Escucha, hijo.

Don Lucas puso en el giradiscos una canción grabada en un disquito de 45rpm de una discográfica pretérita. Un coro de voces canosas repetía, una y otra vez:

El patio de mi casa

es particular.

Cuando llueve se moja,

como los demás.

Como los demás.

Re-re-mi-#fa-#sol.

Re-re-mi-#fa-#sol.”

Y así fue como Juan el Transgresor regresó al Viejo Orden.

Comió sopa a diario y escribió un libro.

 

8 thoughts on “Cuando llueve se moja (como los demás)

  1. Muy buena reflexión, hay que saber compartir el patio, aunque ya no te haga sentir tan especial, al descubrir que no estás sólo. Saludos

  2. Supongo que cuando todos somos transgresores ya nadie lo es… quizá el más transgresor era el padre, jejeje.

    Un texto muy bueno, aunque un poco desasosegante.

  3. Theo,
    Es cierto. Cuando la transgresión es moda, hoy que está todo ya tan transgredido… supongo que el interés desaparece y al final la cosa cansa.
    Gracias, sobre todo por leer.

  4. jeje lo malo de apropiarse de la magia de las cosas es que sólo así te la pueden quitar…
    me alegró verte por el carrousel, saludísimos escritor

    • Eran otros tiempos, pero siempre nos podemos llevar algo de todo aquello. Siempre lo he creído.
      Jesús, encantado, como siempre.

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