Gracias

Flores color lila en lo alto de una tapia de piedra. Al fondo, un cielo azul otoñal, con nubes sutilmente deshilachadas. A media mañana, un recorte de belleza se cruza en el camino del hombre corriente. Corriente y que escribe.

Y se siente afortunado. Sus pasos plácidos le han hecho toparse con la pequeña propina no solicitada. Y piensa el hombrecito que quizás suenen ñoñas sus palabras cuando las escriba, porque no hay mucha historia detrás de su visión, ni va a ser metáfora de nada, tan solo un instante de deleite se agota en si mismo.

No es su situación la del paria que se arrastra por los suelos de ninguna sórdida ciudad. No es el joven reclutado por la milicia opositora que le obliga a esnifar una terrible mezcla de pólvora y cocaína. No fue niño soldado sino niño de infancia feliz, a quien la vida ha respetado. No puede evitar sentirse aún más privilegiado de lo que en realidad merece. Todo es azar, probabilidad y destino.

Por eso le da igual la ñoñería de hablar de flores, y cielos azules. Es su tributo a las manos que reparten los bienes en este mundo. Es su forma de dar gracias.

 

2 thoughts on “Gracias

  1. Ya sabes amigo, “peor es no querer saber quién eres”, hay niños soldados y niños que ven las nuebes lilas, cómo decías tú hace bien poco, hay unos que sí y otros que no, lo importante es que sean capaces de entenderse pese o precisamente por las diferencias. Saludos.

  2. Siempre he tenido muy claro que las diferencias, en muchos casos vienen dadas “de origen”. Como una mala mano en una partida de cartas. Supongo que, como dices, “saber quien eres” pasa por reconocer la suerte que uno ha podido tener. Y no precisamente por la cara bonita, sino por puro azar.
    Subscribo lo que dices. entender, entendernos, es casi una obligación.
    Gracias por venir, Gerard.

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